domingo, 20 de mayo de 2012

Do it yourself (II): ¿Y qué puedo hacer?


Es recomendable leer primero este post

Nueve consejos para la acción colectiva

La acción colectiva no sólo es importante por su potencial, sino porque es un proceso de aprendizaje político. Aquí se aprende qué es lo común (y lo público), qué es deliberar, qué es tomar una decisión, comprometerse con una responsabilidad. Se aprende también sobre el error y sobre la idea de estrategia, pero también sobre la importancia de las formas. Los antiguos griegos pensaban que no era posible ser obedecido sin obedecer ni viceversa. Y esto no sólo beneficia a los gobernados: es mucho más fácil comprender una decisión de un Gobierno cuando uno se ha pasado por los grandes dilemas de toda decisión política.

Recojo una serie de ideas que creo fundamentales.

1. Sé paciente

Si es tu primera vez en acción colectiva, la paciencia debe ser tu primer arma.  Si nunca has estado en una asamblea, aún más.  Yo diría que lo mejor es incluso callar durante todo el primer día y limitarse  a escuchar, ya habrá tiempo de hablar.   Los grupos humanos tienen lenguajes diferentes, y es bastante probable que de la misma manera que has desarrollado lenguajes con tus amigos, familia o pareja para señalar realidades concretas, otros grupos también lo hayan hecho. También es necesario escuchar antes de hablar, es posible que los dos estéis diciendo lo mismo sin entenderos.

2. Deja tu ego fuera

La acción colectiva no se llama así por casualidad.  Tienes que saber que a veces es importante ceder tu punto de vista a la comunidad. Esto no quiere decir que sacrifiques tus valores, pero tal vez la estrategia o ciertas cuestiones de forma pueden requerir algo de flexibilidad.  Es importante que tus argumentos busquen el bien de todos, no el tuyo personal. No convirtamos una multiplicidad de organizaciones en una multiplicidad de egoísmos. Se pueden tener enfoques e ideologías, pero tienes que perseguir un bien público, no lo que a ti te conviene de manera privada.

3. Se humilde:

Éste es uno de los grandes problemas de nuestra sociedad masificada. Puedes ser ingeniero de telecomunicaciones, físico teórico o politólogo, pero es difícil que lo sepas todo. De hecho, es bastante probable que seas un completo ignorante sobre muchas de las cosas a las que te vas a enfrentar. No importa tu edad o tu grado de preparación, no hay nada malo en aprender. Lo verdaderamente idiotizante es creer conocerlo todo.

Incluso si crees entender algo mejor que tus compañeros, es probable que ellos tengan experiencias diferentes o visiones contrapuestas. No temas la discusión pero no pretendas imponer tu punto de vista porque lo más probable es que sea incompleto.  En un mundo tan complicado como el nuestro (la globalización de las comunicaciones, la economía hiperconectada, los gobiernos a diferentes niveles, y la acelerada producción del conocimiento) es prácticamente imposible comprenderlo todo. No lo olvides, venga la información de donde venga.

4. Acude a trabajar, no a pasar el rato

Antes hemos dicho que la acción colectiva es colectiva, pero también es acción. No se trata de arreglar el mundo en una tarde con tus amigotes alrededor de una cerveza. Tampoco se trata de desahogar tu enfado con un grupo de autoayuda. Estáis ahí para poner vuestro tiempo y energía al servicio de una causa común.  Es bastante útil que acudas con una libreta para apuntar y seas respetuoso con tu móvil: hay que crear un ambiente de trabajo. Valora lo que proponen tus compañeros y evalúa si tú podrías hacerlo mejor, no te limites a adoptar la cómoda postura del escéptico.

5. Date tiempo

No te equivoques: llegar a un grupo y enamorarte de sus miembros y formas no es lo normal, es prácticamente imposible. De hecho, si fuera así probablemente no hicieras falta. Estás allí para aportar, para enriquecer, para construir un proyecto común.   La ventaja que tiene participar en grupos pequeños es que tu trabajo puede modificarlos. Si rechazamos a partidos y sindicatos es por su carácter estructural es para poder participar en otros sitios. Criticar por criticar es tirar la pelota fuera.  Esa actitud no crea una democracia sino una dictadura llena de bares donde la gente se queja para después seguir aguantando.

No se conoce a las personas en un minuto, ni se las comprende en una semana. El motor principal de la acción colectiva es la confianza, esto es algo que deberías grabar en tu libreta. Es probable que a veces te sientas incómodo con algunas cosas, pero debes hacer un esfuerzo.  Esto no sólo te ayudará en lo que desarrolles sino que te hará una persona más capaz de comprender las diferencias.

6. Sé perfeccionista en sentido constructivo, no destructivo

Recuerda cómo ha sido tu vida colectiva. Recuerda la mediocridad de tus clases y el ambiente de tu puesto de trabajo.  Recuerda lo imperfectos que son los grupos, sean los amigos, la burocracia o el equipo del deporte que practicas. La mayoría de las realidades que has vivido en tu vida son imperfectas. Ahí estas tú para perfeccionarlas.

Por otro lado, no caigas en la crítica fácil. Todo el mundo sufre un desencanto entre lo que imagina y lo que en realidad es, pero no nos amarguemos la vida entre todos. La ilusión y la moral son importantes en toda empresa colectiva, así que trata de criticar sólo cuando veas una manera de mejorar.

Tampoco propongas al aire sueños irrealizables si no eres capaz de hacerte cargo de tu propia propuesta: el que la propone se la come.

7. Modera tu energía

No te desgastes en una acción. Trata de buscar el compromiso duradero, no la revolución. Los cambios radicales no deben esperarse, porque lo más probable es que te desilusiones. Una revolución puede llegar, pero un ciudadano activo siempre estará preparado para recibirla.  No tengas miedo a rechazar responsabilidades si no te ves capacitado para llevarlas a cabo: es mejor estar una vez que prometer estar siempre y no hacerlo nunca.

8. Edúcate y educa al resto

Sé crítico. Si no crees en los periódicos, lee más. Si lo que se dice en una asamblea no te gusta, contrástalo y debate.   Si en una comisión se dice algo que te sorprende mucho, vuelve a casa y coméntalo con tus conocidos. Regresa a la comisión y continúa el debate.  Evita el populismo desde todos los lados. Construye una ciudadanía crítica en ti mismo y en los demás.

9. Vamos despacio porque vamos lejos

Este consejo es en realidad conclusión del resto. No se cambia ni se mejora el mundo en un día, ni en una semana, ni en un mes. Nos enfrentamos a un país despolitizado y deseducado. Nos enfrentamos a un activismo social ideologizado. Nos enfrentamos a egos en las asambleas, pero también a desinformación y falta de educación fuera de ellas.  Cámbiate a ti mismo para cambiar al resto. Convierte la participación en un medio, no en un fin.   Que el cambio social te pille trabajando e informado.


Do it yourself (I): Introducción teórica


Do it yourself

¿Qué es esto?

No quiero enrollarme mucho.

Esta triple entrada se dirige principalmente a los llamados desmovilizados.  La situación política, social y económica del país empeora de día a día, y eso parece tener repercusión en la mal llamada opinión pública. A pesar de todo, la participación política aún continúa siendo cuantitativa y cualitativamente baja.

Lejos de pretender un extenso estudio sobre los motivos del fenómeno, en estas líneas intentaré - cansado de sabios, escépticos y tertulianos - ofrecer algunas luces sobre por qué, cómo y dónde participar.

Hay maneras, en el contexto actual, de canalizar de una manera constructiva aquella rabia que sentimos.  Cada día que pasa,  existen menos excusas para quienes continúan en la dimensión del súbdito  y  no dedican tiempo y esfuerzo a los problemas que nos conciernen a todos.

A los desinformados, los aislados, los perdidos y los escépticos. A todos ellos, les invito a leer este breve texto.

Introducción

El cambio cualitativo que ha sufrido el movimiento 15-M en el proceso de un año es evidente. Incluso para una persona que no conoce lo que se mueve fuera de los focos mediáticos, la evolución es palpable.

Hace un año los que salíamos a las plazas compartíamos ciertas intenciones: despertar, comenzar a conectar, trabajar, y también descargar nuestra rabia. Pero en aquellos momentos éramos conscientes de que estábamos viviendo una realidad en estado larvario: debíamos dar el paso de la indignación al compromiso. Debíamos convertir un movimiento social en un movimiento político. Debíamos dejar de ser espectadores de una protesta social  para convertirnos en parte activa.

Hoy, un año después, puede decirse que el movimiento ya es político.  Los discursos  han madurado, las iniciativas se han materializado, las organizaciones se han multiplicado. La pequeña máquina ya comienza a avanzar, y sólo se muestra sedienta de más combustible, de más participantes.

Dividiré este texto en tres bloques con la intención de reverberar lo que está ocurriendo estos días en Sol para aquellos que no han estado. El primer bloque será una introducción teórica a la participación política; el segundo, algunos consejos nacidos de la experiencia personal; el tercer bloque, una serie de alternativas en las que poder implicarse nada más terminar de leer.  Este texto que aquí comparto nace de una motivación personal, pues muchos de mis amigos se encuentran este año fuera de España y otros lejos de Madrid, así que no han conocido qué se ha dicho durante el 12M15M. Otros tantos amigos, a pesar de haber estado, se reconocen incapaces de procesar la información y canalizar su energía política. Sólo trato de ayudar desde la perspectiva de alguien que vive dentro del mundo de la política.  Como ya he dicho, me dispongo a reverberar, así que mis palabras no son un espejo que refleja sino una lente a través de la que mirar.  Mi información no puede dejar de estar sesgada. En cualquier caso, es un riesgo que corro e invito a todo el que lo desee a corregirme. 

A través de la primera parte de este texto, compartiré unas reflexiones personales que – al menos a mí – me sirven como base teórica para haber escogido esta dirección y seguir en ella.  Son los resúmenes , las conexiones y en general la digestión de algunas lecturas y experiencias, de modo que no pretenden ser más de eso. Una energía para abrir los ojos y mirar el mundo de determinada manera, una motivación para participar en todo aquello que después añadiré.

Política y poder

Toda herencia del pasado asumida de manera inconsciente es una forma de dominación: lo es el arte de los museos, la lengua de los diccionarios, las normas sociales y toda forma que pueda adoptar la cultura. Pero también lo son las organizaciones.  Toda estructura u organización es una herencia del pasado, ya que busca la estabilidad a través del tiempo.  

Toda herencia del pasado es una forma de dominación por la inercia que adopta. Una organización, por poner ejemplo, impone a los nuevos miembros una constitución que no han decidido y una continuidad que no han votado. Toda herencia es dominación por su carácter estable, resistente al cambio.   Esta resistencia es la que  transforma una realidad en estructura. Y estas estructuras son monstruos cuyo control es proporcional a su tamaño.

Esta estructura nos invade a través de toda interacción humana. Nos invade la cultura, pero también las organizaciones del pasado.  Nos invaden prefigurando nuestras maneras de organizar nuestra energía, obligando a una canalización concreta de la voluntad de cambio. Estas organizaciones, en cuanto que realidades estables, tienen el germen de la dominación en su esencia por lo que ya hemos comprobado, pero además, por ser grupos de coordinación de la acción colectiva, movilizan una serie de recursos. Los recursos al servicio de la acción colectiva pueden ser un peligro o una ventaja, pero son sin duda, una gran fuerte de poder.

El poder organizado y estable – sea cual sea su intención, su dirección, su legitimidad – es la forma más perfecta de dominación. Es dominación porque toda sociedad democrática tiene sus márgenes. Toda mayoría implica una minoría; toda dirección, una alternativa.  Este problema de la democracia lo hemos comprobado repetidas veces a lo largo de la historia y no es necesario perderse en mantras eternos que reciten los errores.  El poder organizado y estable necesita ser controlado para no crecer como el monstruo informe que presagiaba Aristóteles. Y el único control posible para no caer de nuevo en el error debe ser el control de todos. El control de los ciudadanos. La estrategia, ante esto,  es doble:

- En primer lugar, ejercer la participación. En la era de la desregularización, en la era de la pérdida de la soberanía estatal, en la era de la gobernanta global, el único Derecho Humano que nos resta es el Derecho a tener derechos. Ninguna Constitución puede ser lo suficientemente resistente como para impedir el ataque de las transnacionales, de los gobiernos supranacionales, de los grupos de interés, y del propio déficit democrático nacional. Considerar que la Constitución es omnipotente es la nueva religión que ahora no condena la vida, sino la dignidad, a una existencia teórica. De la Constitución a la realidad de los derechos hay un largo camino que nadie va a caminar por ti.

- Consecuentemente, promover la proliferación de organizaciones para evitar la posición hegemónica de ninguna.  Organizarse para evitar la dominación. No caer en los relatos que nos representan falsas luchas maniqueas: la ficción del bipartidismo, la ficción de las ideologías, la ficción de la retórica de los partidos…  Contra nuestra manera de entender el mundo, la democracia no es un enfrentamiento entre dos fuerzas antagónicas. Resulta casi físicamente imposible que una persona o un grupo que comparta una visión complazca los intereses de todos. De la misma manera, es irreal creer que dos grupos de ELLOS pueden resolver los problemas de TODOS. Una reflexión somera de todo problema social revela esta conclusión.

La democracia real es, en una sociedad globalizada y multicultural, la convivencia de multiplicidades. Conviven múltiples personas con múltiples identidades, intereses y voluntades. Estos colectivos pueden confluir pero deben interactuar explorando la esencia autónoma del otro, buscando formas innovadoras que respondan a criterios de mutuo beneficio, explorando la convivencia posible a través de la aceptación de la diversidad y de la autonomía. Creer que la sociedad puede reducirse a dos bandos y a la estructuración de dos grupos de intereses contrapuestos es reducir la realidad.  Negar la necesidad de múltiples organizaciones conduce a la homogeneización, la uniformización, de la ciudadanía.

Por todas estas razones, culpabilizar al que toma la decisión sólo es legítimo si constituye el primer paso. Si se queda en eso, la culpabilización no es sino una descarga emocional - casi terapéutica -, pero políticamente irrelevante. El segundo paso debe ser, obligatoriamente, la acción.

Esta acción es la única manera de empoderar al individuo y blindar su voz. Es la única manera de elevarlo a nivel de igual con el representante, y convertirlo en fuerza política.  Es la única manera de que todos estemos representados, y por tanto, la única manera de realizar la democracia.

¿Qué cambia tu dinero? Los límites de la política

Hasta aquí, la lucha social en España se ha centrado esencialmente en emancipar desde el punto de vista material a los trabajadores de explotación. Esto es, se ha centrado en luchar por los derechos sociales, por lograr un empoderamiento económico de las clases más favorecidas, y por permitir una vida digna con respeto de los Derechos Humanos. Sin embargo, y a partir de ahí,  para lograr un verdadero cambio político, es necesario que produzcamos un cambio humano.  Esto es así principalmente por varias cosas:

- El capitalismo se ha extendido y ahora es un sistema global. Un cambio social global es inviable si no estamos todos de acuerdo, y en cualquier caso, es tremendamente lento. No podemos esperar, sin cambiar nosotros mismos, que todo el mundo se ponga de acuerdo.. Es necesario avanzar a través de los pequeños cambios.  Si la historia nos ha llevado a la interconexión total de las sociedades y los gobiernos, el cambio social sólo puede venir desde abajo.

- Las técnicas de influencia que tiene el actual modelo social en nosotros nos atacan a través de todos los niveles: la publicidad, la educación, la formación profesional, el ocio de masas. Estamos influidos, desinformados – o mejor dicho contrainformados - con respecto a nuestros intereses, de manera que todo cambio social deberá enfrentarse a formas de pensamiento instaladas en cualquier relación, acción e identidad actual.  Ningún cambio social se producirá si nuestra forma de ser y vivir más primaria quiere lo contrario.

- El tiempo de ocio es también tiempo de trabajo. Nuestro bienestar lo componen objetos con fecha de caducidad que imprimen en nuestros años un ritmo de consumo constante: un nuevo mp3, un nuevo móvil, un nuevo ordenador, un nuevo electrodoméstico, una nueva prenda de ropa; si no es porque el producto añade mejoras, es porque nos dura un año y después se rompe, pero nuestra cartera siempre exige más dinero, y por tanto más trabajo.

De no ser suficiente, las campañas publicitarias para estimular la demanda del mercado crean nuevas necesidades. Esta estrategia implica en su grado más alto la necesidad de un consumo de bienes que desmerecen ese nombre. Esto es el consumo de la nada, el consumo de bienes-basura, simbolizado a la perfección por el tabaco, pero que también se materializa en productos más recientes como Power Balance.

Además, y por si fuera poco,  aquellos trabajos especialmente alienantes necesitan de un ocio liberador que desconecte de una realidad insoportable. Esto, llevado a su extremo, conduce al consumo masivo de drogas duras; pero toda una colección de drogas menores – del alcohol a la televisión, de las series a los juegos, de las experiencias extremas  a los libros que compras cada mes – nos sumergen en un ocio fundado en la evasión. Evasión de la vida y evasión del propio cuerpo. Evasión por tanto de cualquier construcción activa de realidades alternativas. Evasión que al ser fundamentalmente improductiva no hace sino esclavizar el tiempo libre. Es convertir el tiempo del que disponemos en el tiempo del no-trabajo, referido a él y eternamente dependiente. Ningún cambio social será posible si en nuestra propia vida no existe tiempo para realizarlo.

En este contexto, la acción individual es inevitable. Todo consumidor, toda persona, debe realizar un cambio en su propia vida si desea aspirar a cambiar algo de lo que le rodea. Ningún cambio político radical puede existir sin el cambio paulatino de las formas de consumo, de producción y de financiación de nuestras vidas. Si  un individuo y una sociedad dependen del dinero para existir, entonces todo cambio debe realizarse también en la esfera del dinero.

Por eso, las alternativas actuales en el plano económico se caracterizan por ser utópicas en el sentido histórico del término. Utópico en sentido histórico tal y como lo fueron Fourier, Owen o Saint-Simon – implica una combinación de dos elementos. De un lado, la persecución de un ideal que actúa como motor para el cambio; de otro lado, la existencia de acciones que persigan ese fin – y no otro edulcorado – en el aquí y el ahora. De este modo, y a pesar de que el contexto globalizado actual nos impida un cambio social mundial y radical, algunas alternativas son posibles a nivel individual.  Ellas son la única manera de que esto empiece a cambiar.